La
proximidad o la lejanía entre los seres humanos siempre son relativas. Sobre
todo desde que aprendimos a grabar signos para expresarnos. Esto lo vemos muy
claro cuando ejercemos el oficio de la comunicación. Al comienzo de nuestro
camino, queremos tener la respuesta inmediata de quienes ven nuestros trabajos.
¿Cómo saber si lo que hice está bien, es bueno, se entendió lo que dije, sirvió
de beneficio para alguien si no hay una respuesta concreta de esa figura que
está del otro lado alzando la mano y diciendo lo que siente?
Con
los años —muchos, en verdad— dejé de hacerme esas preguntas, porque la
respuesta es mucho más sencilla de lo que antes había imaginado. Siempre hay
del otro lado uno, dos o un número casi infinito de seres a los que el mensaje
les llegó a pesar de que no escuchemos su voz: son todos aquellos que vibran en
una frecuencia similar a la nuestra. Ellos también tienen dentro de sí las
mismas preguntas y las mismas escasas respuestas. Nosotros somos ellos y ellos
están hechos de la misma materia que uno. El amor y el cariño, la desdicha, la
pasión o el naufragio de los sentimientos están en cada uno de los que componen
este archipiélago emocional. Nos reconocemos sin vernos, nos unimos sin estar
cerca, soñamos todos con el mismo mundo.
Y
en esa amalgama de sentires, la proximidad o la lejanía son sustantivos casi
inexistentes.
Julio
Parissi
JULIO PARISSI
ResponderBorrarHACIENDO HONOR AL NOMBRE "EMOCIONES ÍNTIMAS"
CUANTA BELLEZA EN LA PALABRA ¡¡¡