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lunes, 8 de mayo de 2017

Peringundín











El vino es malo, la comida escasa,
la mala traza
de la mujer.

Las flores son viejas, pintadas, de trapo,
y se oye en el patio
el resoplido de un borracho
que escupe un tabaco
tan denso de mal como este atardecer.

Corta el silencio, cuchillo de níquel,
un silbato policial.
La dueña cierra el portal,
pone a la moralidad un dique.

Horas inciertas de sombra y de crimen,
viejas que gruñen en la parda azotea.
¿Qué hacemos, madama? La vida es tan fea
como casi la ausencia de himen…
¡Vámonos a yacer!


Nicolás Olivari

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