Así mueren, dando chuza,
junto al Coronel Saravia,
todos aquellos que fueron
a nacer en esa carga.
Donde Chiquito cayó,
siempre brota un hilo de agua,
adonde van los troveros
a bautizar sus guitarras.
Y es, desde el noventa y siete,
un manantial de tacuaras;
porque si un niño le pide
la bendición a sus tatas,
su madre siempre le dice
esta bienaventuranza:
“M’hijo, que Dios te haga guapo
como Chiquito Saravia.”
Yamandú Rodríguez
#julioymolo
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